Las comidas y su doble función: social y nutricional. Comparación entre las comidas cotidianas y comidas festivas en una familia

Publicado en Por anthropologies
0 0
Read Time:9 Minute, 25 Second

La comida podría ser uno de los mayores placeres que te da la vida, poder prepararla, saborearla, disfrutarla y compartirla. Nunca paramos a pensar en la función social que tiene la alimentación, nos sentamos a la mesa y la disfrutamos como si simplemente fuera algo natural, nutricional. Pero más allá de eso, la alimentación tiene una doble función, la social y la biológica.

Según Marvin Harris, la comida debe alimentar la mente colectiva antes de poder pasar al estómago vacío, es decir, sin darnos cuenta, la alimentación tiene esa función social, colectiva.

Por otro lado, Lévi- Strauss en sus investigaciones dice que lo importante para entender un hecho alimenticio es la comparación, así podemos distinguir contrastes entre las diferentes comidas, platos, alimentos, etc, los cuales se pueden superponer a otros de naturaleza no alimentaria, sino sociológica, religiosa, de género, edad, etc.

 “Así se puede esperar descubrir en cada caso como la comida de una sociedad es un lenguaje que traduce inconscientemente su estructura.”

En este texto expondré y haré una comparación entre las comidas cotidianas y festivas en una familia, una familia de Chachapoyas, en la región Amazonas, Perú. Pero para entender estas dos vías y la socialización al comer no hace falta irse tan lejos.

Todo lo que voy a exponer en este trabajo es realizado mediante “la observación participante”.

Estando en Chachapoyas viviendo tenía lo que podría llamarse “mi segunda familia”, una relación tan amistosa y amorosa que te hacían sentir como en casa. Era un matrimonio y sus cuatro encantadoras hijas.

Vivían en un barrio sin asfaltar de Chachapoyas, un poco a las afueras, en una casa grande, con un patio dividido en terrazas, con una gran cantidad de plantas aromáticas que utilizaban para todas sus comidas. También tenían árboles frutales y hortalizas, todas ellas para su uso personal. En la terraza de arriba estaba el corral, donde había gallinas, patos y cuyes para consumir en ocasiones especiales.

Poniendo el caso de la familia, en primer lugar, contaré como es la estructura familiar y la vida cotidiana en la alimentación. Hablaré con nombres diferentes a los reales.

Siempre, siempre, la comida la hacía la mujer, María. Pues María realizaba todas las tareas de la casa. Las niñas tenían un horario diferente cada una en la escuela y Pedro, el marido, trabajaba en la universidad. Los roles de género estaban muy diferenciados.

Los desayunos, en un día cotidiano, no eran nada fuera de lo común, un desayuno normal en Perú o en esa zona de Perú, Se basaba en frutas, hidratos y proteínas. Consistían normalmente en: jugo, casi siempre de piña, la cual siempre reservaban las cáscaras para la después realización de la “chicha morada”, una bebida muy típica realizada con el maíz morado; un café cocido, unos panecitos y huevos revueltos. Cuando yo desayunaba con ellos también rallaba tomate para el pan. A veces también desayunaban la cena del día anterior, y otras tantas, arroz, sobre todo las hijas, o la hija pequeña.

Las comidas cotidianas también eran normales, como cualquier familia o menú del día de allí. Eran guisos cuyos ingredientes principales eran arroz y patata, mucho hidrato de carbono, es como la sustitución a “nuestro pan”. Estos guisos también los hacía siempre María, y siempre iban acompañados de algún sabor característico y algo picantón. Y con pollo, cerdo o vaca, normalmente era pollo. Y la comida típica de los días cotidianos podía ser, puré de papa, puré de arvejas, ají de gallina o papa a la huancaína.

En los días laborables la “vida en la mesa” era un poco caótica, o desestructurada por así decirlo, pues siendo una familia tan numerosa, con horarios tan diferentes, nunca se sentaban juntos y cada uno comía a una hora diferente.

En todas las comidas, como en el desayuno, siempre había jugo (al igual que en las festividades), ya fuera de piña (Ananas comosus (L.) Merr.), maracuyá (Passiflora edulis Sims.), tomate de árbol (Cyphomandra betacea Cav.) o chicha morada.

Después de las comidas, todo seguía el mismo curso cada día, María se iba a lavar los platos a un cuartito que tenían en el patio con un fregadero. Limpiaba la cocina y se iba a sus quehaceres.

Las cenas de los días cotidianos consistían en un té caliente y un trocito de pan con queso.

Sin embargo, en las festividades todo era diferente. Podían ser cumpleaños, Navidad, el día de la madre, etc. Pondré como ejemplo el día de mi cumpleaños, puesto que los días de cumpleaños son muy importantes. Ese día ni siquiera es laborable para el cumpleañero, aunque lo celebramos en fin de semana para que todos puedan estar y participar.

Desde bien pronto comenzaba la celebración, que consistía en desayuno, comida y cena. Siempre acompañado de grandes cantidades de alcohol.

Los desayunos, ya de por sí eran cantidades ingentes de comida, se levantaban bien temprano a prepararlo, mientras María cocinaba, Pedro realizaba otras labores.

A estas festividades estábamos invitados la comadre y el compadre del matrimonio, los hijos de ambos, mi pareja y yo y siempre caía algún amigo más.

El desayuno consistía en jugo, el día de mi cumpleaños fue de maracuyá porque es mi fruta favorita y eso lo tienen muy en cuenta, trucha frita, caldo de gallina y pan con queso. Nos sentábamos todos a la mesa, y siempre nos servíamos los invitados primero.

Los primeros que se sientan a la mesa son los hombres. María y su comadre siempre eran las que cocinaban, y cuando me dejaban yo las ayudaba. Tardaban más que los demás en sentarse, pues lo primero era cerciorarse de que había suficiente comida para todos y que todo estaba en su punto.

Después del desayuno comenzaba el ritual de lavar platos y recoger, pero en este caso lavaban los hombres o los hijos e hijas mayores, mientras las mujeres recogían la cocina.  Y nosotros, que somos como de la familia, ayudábamos siempre que nos dejaran.

Entre tanto, se comenzaba a cocinar lo que iba a ser el almuerzo, siempre con cerveza o pisco de por medio.

Se comenzaba por sacar al animal del corral, en este caso el cuy. Sacaron a los cuyes de poco en poco y les hacían una rajita en el cuello, los ponían boca abajo en un cubo hasta que se desangraban, y así hacían con todos.

Comer cuy en festividades es algo muy típico, sobre todo cuando hay invitados muy queridos a los que quieres demostrar la importancia y el amor que les tienes. Es un animal caro y de difícil crianza y que te saquen cuy para comer es significado de afecto y cariño hacia ti.

Después de muertos, se pone agua a hervir y con el agua caliente y una cuchilla se les va pelando. Durante este ritual todo son risas, puesto que para mí era todo muy extraño. Todo esto también es realizado por las mujeres, María y su comadre, a mí siempre me gustaba formar parte y ayudar. Una vez pelado del todo, María los cortaba en trocitos y los lavaba, aunque en otros lugares te lo sirven entero.

Mientras tanto, todos en círculo charlábamos y bebíamos.

Además, en todas las festividades, María hacía chuño, una papa deshidratada típica de los andes. María la cocinaba con huevo, jamón y plantas aromáticas de su huerto. Este plato está exquisito, aunque su olor no le hace justicia. Y también lo cocinaban en festividades pues en Chachapoyas no se encuentra y se lo mandaban por correo postal.

En ese mismo día hacían arroz de acompañamiento con el cuy. También el famoso ceviche fresco, pescado cocinado con limón, cebolla, choclo, camote y ají, aunque este plato también lo hacen en días cotidianos.

El ají no puede faltar en una mesa de una familia peruana, ni en días cotidianos ni festivos, pues “sin picante no se come”.

Una vez hecho todo, nos sentábamos a la mesa, siempre con la cerveza y a veces vino. Para los niños había jugo, chicha morada o inca cola, que es un refresco amarillo típico de Perú. Mientras se iba poniendo todo a la mesa, los hombres se sentaban. María freía el cuy y lo iba sacando “de a poquitos”. Una vez hecho todo, nos sentábamos y disfrutábamos de estos manjares, la comida podía durar horas.

Con el cuy, como digo, se comía en contadas ocasiones y festivos. Y en la mesa se jugaba a un juego: consistía en coger un huesito muy muy pequeño que se encuentra en el oído del animal y echarlo en el vaso de cerveza. Éste se quedaba en el fondo y era muy difícil sacarlo bebiendo, el juego consistía en eso, el que lo conseguía sacar bebiendo ganaba. Y se le invitaba a todo.

Del cuy se comía todo, y se rebañaba hasta quedar solo un huesecito ínfimo.

Todo era fiesta, comer y beber, reír y charlar. Las conversaciones no eran algo fuera de lo común, como las de cualquier día; se hablaba de temas cotidianos, actualidad de Perú o España, historia de los mismos o de nosotros y nuestras vidas.

Después de la comida, durante las festividades, recogíamos entre todos y nos sentábamos en el patio a seguir charlando y bebiendo chelas (cerveza) o pisco.

Todas las comidas de los días festivos eran auténticos rituales de reunión, en los cuales siempre había un gran brindis, normalmente realizado por el padre y mayor de la casa.

Las horas pasaban bebiendo y charlando, entre tanto a veces sacábamos algo de picar o comíamos aguaimanto del árbol que tenían en la casa.

Y por último llegaba la cena, en la cual seguíamos bebiendo. Las cenas eran normales si es que la celebración había sido al medio día. Por el contrario si la festividad se celebraba en la noche, la comida también era más ligera.

Este es un día particular, pero en los días festivos también se realizaban otro tipo de comidas que no se hacían en días cotidianos, pues requieren mucho tiempo en su elaboración y lo merecen. Estas comidas podían ser la “pachamanca” que es carne y algunas otras hortalizas cocinadas bajo tierra y con muchas plantas aromáticas, entre ellas la “marisacha”, que cogían de su huerto. También podía ser cochino, gallina o pato, realizando el mismo trabajo que con los cuyes.

Como se ha visto, la alimentación consiste en socialización, la función de la alimentación no solo es nutricional, de hecho, tiene mucho que ver con lo social, el compartir comidas nos hace humanos, seres sociales.

De igual manera es importante la división de roles de género, las diferentes edades al compartir comidas o las diferencias económicas, sociales o culturales dentro de cada familia. Cierto es que siempre en una festividad van a dar la mejor parte al invitado, como símbolo de agradecimiento.

 

Julia Sanz González

Referencias

Información sobre las dos vías de estudio de la alimentación sacada del libro: Etnografías y teoría de alimentación y cultura de Julián López.

Toda la demás información sacada de la observación participante.

Las fotografías:

1) Comida compartida en casa de la familia

2) CHICHA MORADA https://www.google.com/search?q=chicha+morada&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiE1J-iiKLiAhUH3xoKHaUhCiIQ_AUIDigB&biw=1366&bih=608#imgrc=KwXuWE_dSVjC2M:

 3) María y su comadre pelando el cuy

 4) chuño

 5) ceviche

6) pachamanca

Happy
Happy
0 %
Sad
Sad
0 %
Excited
Excited
0 %
Sleepy
Sleepy
0 %
Angry
Angry
0 %
Surprise
Surprise
0 %
anthropologies
Entrada anterior ¡Que el paro va bien!
Entrada siguiente Breve historia de los cataros

Average Rating

5 Star
0%
4 Star
0%
3 Star
0%
2 Star
0%
1 Star
0%

One thought on “Las comidas y su doble función: social y nutricional. Comparación entre las comidas cotidianas y comidas festivas en una familia

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.