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“Desconfianza es la característica más necesaria de un jugador de ajedrez”

Siegbert Tarrasch

El mundo occidental y el oriental tienen modos distintos de llevar a cabo la guerra y de planificar sus estrategias geopolíticas ¿Y si la culpa de estas diferencias estuvieran en un juego de mesa?

Todos estamos de acuerdo en que el ajedrez es un juego profundamente complejo; incluso aquellos que lo hemos practicado en mayor o menor medida asumimos que es mucho más lo que desconocemos que aquello que conocemos respecto al juego. Tanto es así que en ocasiones, como así hace el periodista Leontxo García, es denominado “juego-ciencia”.

La gran mayoría de personas a la que preguntásemos definirían el ajedrez como el rey de los juegos de mesa, el más completo y el más complejo. Sin embargo, siento decepcionaros, existe un juego aún más complejo aunque su apariencia a primera vista sea más simple y la comprensión de sus reglas pueda hacerse en unos minutos (en ajedrez la sola colocación de las piezas ya implica cierto esfuerzo para aprenderlo de memoria): el Go: simple en apariencia, profundamente complicado.

Cuando la máquina superó al humano

La victoria de la computadora Deep Blue sobre Kasparov en 1997 marcó un antes y un después tanto en la informática, como en el ajedrez; por primera vez en la historia la máquina lograba, nada más y nada menos, que ganar un match de seis partidas al considerado por muchos  el mejor ajedrecista de la historia.

Sin embargo los algoritmos utilizados para el ajedrez son un juego de niños comparados con el desarrollo informático que se ha necesitado para el Go.

Pese a que su desarrollo ha sido más tardío, la mayoría de los programas únicamente permitían competir contra ellos en tableros de 9×9 (un tablero oficial de Go consta de 19×19 intersecciones). ¿A qué se debe esto? Pues que el algoritmo que ha de utilizar un programa de Go es mucho más complejo que uno de ajedrez; en este último en cada turno pueden realizarse unos 37 movimientos mientras que en el primero una partida profesional suele tener en torno 150-200 posibilidades por turno.

Como se ha podido comprobar el número de variables es altísimo por lo que adaptar el software al estilo de un jugador profesional de Go es una tarea titánica (y si a ello le añadimos que se necesita un hardware capaz de realizar todas esas operaciones…)

Pero… ¿Cómo se juega al Go?

El modo más sencillo es verlo a través de un vídeo explicativo;

Un poco de historia… y de confrontación ajedrez y go

Un buen modo de acercarnos a los sistemas de pensamiento es a través de sus juegos intelectuales; hace 10 años China decidía enviar un par de barcos de guerra al cuerno de África con el fin de combatir la piratería, hecho que fue tomado por la comunidad internacional como una aceptación, por fin, por parte de China de responsabilidad internacional.

Sin embargo para el gobierno de Pekín era un movimiento a tres bandas y con ello lo que intentaban era una mayor presencia militar en el continente africano. El mundo occidental estaba jugando a Ajedrez, con sus celadas y golpes de efecto, el gobierno oriental jugaba a Go tratando de ocupar espacios.

Pero aún hay más ejemplos; en 1972 Nixon visitaba China y se le ocurrió preguntar al primer ministro Zhou Enlai acerca del impacto que tuvo la Revolución francesa. La respuesta fue un lacónico “demasiado pronto para decir” que dejó a Nixon con un palmo de narices.

Esta respuesta sería interpretada por el historiador Dean Thomas como una forma de enfatizar la capacidad china para adoptar la visión a largo plazo; mientras que en el ajedrez se libra una única batalla con final determinante el Go es una guerra a gran escala con batallas residuales, y a veces simultáneas, que puede vencer uno u otro bando.

La cultura china a través de su juego

Hoy día el Go está siendo nuevamente aceptado por la comunidad china tras ser desdeñado durante la época maoísta, algo que ha provocado que los buenos jugadores no tengan únicamente prestigio social sino también intelectual, algo así como sucede con los ajedrecistas occidentales.

El juego goza de gran popularidad como actividad extracurricular para los niños desde edades muy tempranas. Estas escuelas (conocidas como hagwon) prometen transformar a los infantes a través del juego no únicamente en la capacidad de concentración y otros aspectos cognitivos sino también para mejorar sus modales.

Otros autores como Marc Moskowitz ven en el Go que “marca la reemergencia de caballeros cultivados como un modelo idealizado de hombría adentrándose en concepciones de virilidad, nacionalismo y clases sociales”.

La guerra

El punto esencial en el Go es tratar de colocar las piedras en el tablero abierto mientras se negocia la necesidad de expansión con la idea de construir núcleos protegidos. O al menos esta es la idea que tiene David Lai respecto al juego. Y no es un cualquiera sino profesor del Colegio de Guerra del ejército de EEUU. En su opinión el estilo estadounidense de guerra mejoraría bastante si se tuviesen en cuenta los principios tácticos que rigen el juego oriental, pues es la perfecta unión entre el pensamiento estratégico chino y su arte operacional.

El propio Henry Kissinger señaló que en la cultura estadounidense muchos vinculan el estilo de guerra y diplomacia con el ajedrez (lucha basada en el poder), boxeo (fuerza sobre fuerza), póker (engaño y riesgo) y fútbol americano. Tal vez esto pueda llevarnos a la idea subyacente que hay en los dos juegos; paciente acumulación de ventaja relativa en el Go contra el decisivo choque de fuerzas y el engaño del Ajedrez.

En el ajedrez, como sucede con la guerra desde una perspectiva occidental el “juego” versa sobre la batalla decisiva y la victoria total dependiendo del completo despliegue de las piezas sobre el tablero en una guerra institucionalizada, mientras en el Go se llevan a cabo maniobras a largo plazo comenzando con un tablero desierto.

Así podemos concluir que si el Ajedrez es Maquiavelo, el Go es Sun-Tzu (o incluso la guerra de posiciones de Gamsci). Mao jugaba al Go, y eso fue lo que hizo durante 24 años con un tablero que no era sino la China entera, hasta que consiguió dejar a su enemigo Chiang arrinconado en Taiwan.

Los españoles en el Rif en 1921 o los franceses en Vietnam en 1954 creían que derrotarían a sus adversarios si ocupaban la base principal del enemigo, o en su defecto al cabecilla del ejército rival, y entretanto se encontraron cercados en medio de ninguna parte en lugares como Annual o Dien-Bien-Phu…

Una última confesión personal

Siempre que he escrito un artículo sobre algún juego he tratado de probarlo y de descubrir sus secretos, pensar la lógica subyacente a la estrategia y sufrirlo en mis propios carnes, pero esta vez no ha sido posible. O no lo ha sido del todo.

Llevo jugando al ajedrez, y cuando digo jugando no me refiero a ganando al ajedrez, prácticamente desde que tengo uso de razón. Cuando descubrí el Go lo primero que pensé fue que tras años estudiando Ajedrez no podía ser muy complicado y que tras algunas semanas comenzaría a entender en qué consistía el asunto y empecé aplicando los principios del juego de las 64 casillas; ocupar el centro, tratar de que las piezas abarcasen la mayor cantidad posible de tablero, utilizar la apertura adecuada… Fracaso absoluto.

Cuando hablé del tema con otros ajedrecistas su respuesta fue: “¡Tú estás loco tío! ¡Hay que estudiar tanto o más que en el Ajedrez!”.

Y esta es la historia de mi primera, y última, incursión en el mundo del Go. Tal vez tenga una menta estratégica demasiado occidental para poder disfrutarlo.

Rubén Blasco

Referencias

www.excelsior.com.mx

www.lacazoletadesamarines.blogspot.com

www.unocero.com

www.xataka.com

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